Primeros viajeros (II)
DEL MOVIMIENTO BEAT AL HIPPIE TRAIL
No es exclusivo de nuestros tiempos el recurrir a los viajes como vía de escape, de búsqueda de aquellas respuestas que no encontramos en nuestro entorno más inmediato y de exploración de algo que no sabemos exactamente si existe.
Esta sensación de desamparo ha sido una constante desde el inicio del siglo XX, cuando el alcance global de los conflictos bélicos y la consolidación de un sistema económico alienante pusieron de manifiesto la vulnerabilidad de las personas ante realidades que escapan de su control.
En la escena artística y literaria, este sentimiento ha impregnado distintas corrientes y generaciones que, de un modo u otro, han ido pasando el relevo de ese vacío del que parece imposible poder huir.
La generación beat: el budismo zen y los viajes a Oriente
A principios de los años 40, en el contexto de la posguerra y las tensiones derivadas de la Guerra Fría, en los círculos literarios de Nueva York, San Francisco y Los Ángeles, empezó a formarse un movimiento de jóvenes que cuestionaban abiertamente el rumbo que estaba tomando la sociedad americana.
Los Beats, nombre con el que se les conocería, tomaron así el relevo de la que había sido la Generación Perdida de los años 20. Estos últimos, jóvenes estadounidenses desilusionados con los valores de la época, habían viajado a París en busca de nuevas formas de expresión, convirtiendo la capital francesa en una meca para los intelectuales y artistas del momento y el lugar en el que se desarrollaría la bohemia y se reunirían figuras como F. Scott Fitzgerald, Gertrude Stein o Ernest Hemingway. Veinte años y otra guerra mundial más tarde, el mismo sentimiento seguía ahí.
Nacido alrededor de las figuras de Jack Kerouac, William S. Burroughs y Allen Ginsberg, el movimiento Beat sentó las bases para la contracultura de los años 60, fue el precursor del movimiento hippie e inició luchas todavía hoy vigentes como la liberación sexual, el movimiento homosexual, el ecologismo o el consumo de drogas.
Sin embargo, es en sus viajes donde aquí nos detenemos. Y es que muchos de ellos encontraron en el budismo y en la filosofía zen - corrientes que habían descubierto a través de un profesor de Columbia - un modo de entender la vida radicalmente opuesto al que conocían, en tanto que se alejaba del pensamiento individualista y egocéntrico imperante en Occidente.
El interés por la filosofía oriental y la meditación llevó a Allen Ginsberg a visitar en profundidad la India y Nepal junto a su pareja Peter Orlovsky . Más adelante, se les unirían Gary Snyder y su mujer Joane Kyger, ambos escritores y poetas que, en aquel momento, llevaban un tiempo viviendo en Japón estudiando el budismo zen. De hecho, Gary Snyder viviría durante años en el monasterio de Daitokuji, en Kioto, vinculado a la rama Rinzai del budismo Zen.
El resultado de esos viajes puede leerse en Viaje por la India: La generación beat descubre oriente (Snyder) y Diarios de Japón y la India 1960-1964 (Kygger). Personalmente, recomiendo leerlos en este orden y no excluir el segundo, fundamental para desmitificar un poco una generación con - igual - demasiado lustre.
El movimiento beat se popularizaría especialmente en la década de los años 50, enlazando con el origen y auge de uno de los mayores movimientos sociales de las últimas décadas.
El movimiento y el sendero hippie
El movimiento hippie surgió en la década de los 60 en San Francisco, California, como una evolución del movimiento beat de los años 50. Mientras que los beats eran conocidos por su rebeldía y espíritu bohemio, los hippies adoptaron estos valores y los expandieron, poniendo especial énfasis en la lucha por la paz, el amor libre y la experimentación con drogas.
Uno de los elementos que conservaron de sus predecesores fue el deseo de huir del capitalismo de Occidente y el interés por la espiritualidad que ofrecían las filosofías orientales. Esto les llevaría a realizar largos viajes desde occidente hacia el continente asiático en busca de experiencias (y sustancias) que dotasen de mayor significado sus vidas.
Fruto de estos viajes, en la década de los 60, se popularizó lo que se conocería como el Hippie Trail o Sendero Hippie, una ruta que conectaba Europa con la India, utilizando algunas de las antiguas vías comerciales de la Ruta de la Seda, si bien en contextos y con propósitos generalmente muy distintos.
La primera parte del recorrido salía de las principales capitales europeas - Londres, París, Berlín, Copenhague o Luxemburgo (esta última, punto de recogida de estadounidenses) - y llegaba a Estambul, histórica puerta de entrada a Oriente. Una vez en la capital turca, la ruta se bifurcaba:
Una opción era seguir hasta Tehran (Irán), Herat (Afghanistán), Peshawar (Pakistán), Lahore (Pakistán) y, desde allí, llegar a Nepal y la India.
La otra era cruzar a Siria, pasar por Jordania y reengancharse en Irán y Pakistán.
Aunque, por lo general, la India era el destino final, algunos seguían hasta Sri Lanka, Tailandia e incluso Singapur y Australia.
La ruta ganó especial popularidad tras el viaje de los Beatles a la India en 1968. Sin embargo, tanto el movimiento como el sendero comenzaron a decaer hacia finales de los años 70. Por un lado, las generaciones estaban cambiando; los miembros se hacían mayores y los jóvenes se inclinaban por un cinismo que no se identificaba con los valores hippies. Por otro lado, el fin del período de paz que había permitido cruzar determinados países marcó el final de la ruta. Conflictos como la Revolución Iraní, la invasión rusa de Afganistán y la Guerra de Yom Kippur hicieron que lugares que hasta entonces habían acogido a occidentales cerraran el paso a los viajeros.
Del sendero hippie a la Lonely Planet
Uno de los legados más visibles del Hippie Trail se puede encontrar fácilmente en las estanterías de cualquier librería en la sección de viajes.
Maureen y Tony Wheeler se conocieron haciendo la ruta, que en su caso iniciaron en Londres y alargaron, con muy poco dinero, hasta Australia. Llegaron a Sidney en 1972 después de seis meses viajando. Un año más tarde publicaron el relato de su viaje bajo el nombre de “Across Asia on the Cheap”, una completa guía que incluía todos los consejos que habían ido recopilando a lo largo del camino y con la que buscaban ayudar a aquellos que se sumaban a la peregrinación hippie.
Aunque no contenía fotografías, los capítulos proporcionaban información detallada sobre todo tipo de problemas que el viajero podría encontrar. Debido a la idiosincrasia del viaje, se hacía especial hincapié en el tema del transporte, un aspecto crucial en una época en la que viajar en avión no era común. Se detallaban los medios de transporte disponibles en cada país, las rutas a seguir y las que debían evitarse, autobuses que nunca llegaban, costes de alquilar un coche en diferentes lugares, cómo desplazarse desde América, Singapur o Australia, regiones donde no era aconsejable quedarse tirado en la carretera, fronteras cerradas, cuándo y cómo hacer autoestop...
La guía tuvo tanto éxito que, un año después, volvieron a colgarse sus mochilas y regresaron al sudeste asiático. De ese viaje, publicarían en 1975 su segundo tomo, “South East Asia on a Shoestring”.
A esta le siguieron otras ediciones y, año tras año, Lonely Planet fue creciendo hasta convertirse en la principal guía de viajes a nivel mundial.
En 2011, Tony y Maureen Wheeler vendieron Lonely Planet. Desde entonces, han dedicado sus esfuerzos a través de la fundación sin ánimo de lucro Planet Wheeler, el Wheeler Institute de la London Business School y el programa Wheeler History of Travel Writing en la Universidad de Warwick, Inglaterra. En Melbourne, han establecido el Wheeler Centre for Books, Writing & Ideas.
La publicación con la que se dieron a conocer, Across Asia on the Cheap, está disponible gratuitamente en Amazon y Apple Books.
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